OBSOLESCENCIA PROGRAMADA ¿MITO O VERDAD?

 

La obsolescencia programada es una realidad que nos acompaña en el día a día, pero igual tenemos una idea equivocada de lo que representa. Cada aparato electrónico que adquirimos tiene una fecha de caducidad nos guste o no. El presidente de la Fundación Energía e Innovación Sostenible sin Obsolescencia Programada (FENISS); ha cargado con nuevas acusaciones hacia los fabricantes de teléfonos móviles y lanza declaraciones sobre el envejecimiento de estos.

 

Sus palabras fueron todo un ataque contra la obsolescencia programada, sin embargo, sus acusaciones no funcionan exactamente como él declara. Benito Muros, presidente de la fundación asegura que un móvil podría durar 12 o 15 años si no existiese la obsolescencia programada, y que no debemos ver como algo normal que se ralenticen con el paso del tiempo.

 

 “Todas las marcas de móviles actúan, más o menos, de la misma forma y producen los móviles para que duren una media de dos años, que es el periodo de garantía”. Benito Muros, presidente de FENISS.

 

Si bien Benito Muros tiene razón en algunas de sus afirmaciones como vimos hace poco tras la multa millonaria de la Autoridad Antimonopolio italiana contra Apple y Samsung; se le escapan algunos detalles sobre la obsolescencia programada, un fenómeno no tan perverso como se puede llegar a pensar.

 

 

Las piezas se degradan y no son las compañías quienes lo planean

 

 

 

 

Si miramos al pasado encontramos una gran verdad que da peso a la obsolescencia programada actual. Los teléfonos antiguos funcionan perfectamente, tengan la edad que tengan ¿Se fabricaban mejor que los teléfonos actuales? No, la explicación a su duración es muy simple, cuanto más tiene que trabajar una máquina, más se desgasta. Los teléfonos de antaño no tenían más trabajo que conectarse a una red para enviar y recibir llamadas o SMS, así como mover sencillos sistemas que no tienen ningún tipo de comparación con los sistemas operativos actuales que mueven nuestros smartphones.

 

Por esto mismo, imagina la carga de trabajo que tiene un móvil actual. El sistema operativo está en constante evolución y recibe actualizaciones frecuentes que siempre suman peso y funcionalidades. Ahora mismo usamos el teléfono para todo y no nos despegamos de él, haciendo que este continuamente trabajando. Los desarrolladores aprovechan las nuevas capacidades del hardware para mejorar sus aplicaciones, haciendo que los requisitos y peso de las mismas vayan aumentando como por ejemplo la app de Facebook, la cual triplica en peso y consumo de datos a su versión inicial.

 

El tener el teléfono encendido ya hace que su procesador esté funcionando aunque se encuentre con la pantalla apagada en nuestro bolsillo, y como hemos dicho antes; los teléfonos de antaño no tenían que lidiar con semejantes cargas de trabajo, pero los smartphones de ahora sí, al fin y al cabo funcionan como pequeños ordenadores.

 

 

Imagina tener tu ordenador portátil encendido y funcionando 24/7, eso mismo es lo que hace tu teléfono y poco a poco le va pasando factura.

 

 

 

La degradación progresiva de las memorias NAND es el principal causante de que los teléfonos se ralenticen. Las memorias NAND son la base de la memoria interna de nuestro teléfono, las mismas que se usan en discos duros SSD. Estas memorias tienen miles y miles de ciclos de escritura, pero tienen una fecha de caducidad y una vez lo alcanzan no se puede hacer nada pues son chips integrados en la placa base. Estos ciclos de escritura son la cantidad de GB con la que pueden trabajar y esto lo engloba todo: mover, borrar, instalar, copiar, enviar, visualizar…todo archivo o acción que hagamos va consumiendo ciclos de escritura. La cantidad de GB de vida que tienen estos ciclos es enorme, pero finita al fin y al cabo.

 

Todos los tipos de memorias que se usan en los smartphones tienen un desgaste como el de las memorias NAND. Las baterías de ion-litio son cada vez mejores pero no duran más de 2 o 3 años con su capacidad óptima. Es algo inevitable y hay que tener claro que el desgaste por uso es algo muy distinto a la obsolescencia programada. Cuando un móvil de hace varios años no puede mover correctamente una app no es culpa del fabricante, el dispositivo sencillamente está llegando o a llegado al límite de sus capacidades, y los requisitos del sistema para moverlo todo con soltura impiden un correcto funcionamiento. Esto da explicación a porqué un teléfono al que no se le da tanto uso, aunque supere los 3 años siga funcionando correctamente, porque no ha llegado a su límite.

 

 

La tecnología no dura para siempre, pero dura más que antes

 

 

 

 

A pesar de esta fecha de desgaste, los fabricantes intentan aumentar la vida útil de los terminales proporcionando actualizaciones para mejorar el rendimiento considerablemente quitándole trabajo innecesario al teléfono. Firmas como OnePlus o Google ofrecen de hecho tres años de actualizaciones. Un Google Pixel de 2016 recibirá antes “Android 10” que un tope de gama de 2019. Son esfuerzos por parte de las compañías para mantener activos sus terminales a expensas de perder ventas en los smartphones más actuales. Justo lo contrario a lo que nos ha hecho creer la obsolescencia programada.

 

Pero también se han dado casos muy diferentes. Como Apple, que cometió un gran error con el rendimiento en iOS 11. La actualización se centró en los terminales más modernos y esto ralentizo por el camino a sus dispositivos más antiguos haciendo que prácticamente fueran inservibles. Después fue solucionado con iOS 12, pero casos como estos demuestran que una compañía puede acelerar el proceso de desgaste de un terminal para incentivar la compra de los últimos modelos.

 

 

Es completamente falso que las grandes firmas programen todos sus teléfonos para que duren dos años.

 

 

 

 

Un iPhone 7, Google Pixel 1 o OnePlus 3T son claros ejemplos de móviles que pueden durar mucho más de 2 años sin el menor problema, y sin una compañía detrás que intente ralentizarlos. Un móvil de gama más baja no tiene las mismas memorias que un gama alta, por tanto, su vida útil será más limitada. Esto nos indica que la duración de un terminal no tiene que ver con la obsolescencia programada, si no con la calidad y potencia de su hardware. Algo obvio que hace que los terminales de gama baja lleguen escasamente a los 3 años tras un uso intensivo y que otro de gama alta tras el mismo uso siga funcionando perfectamente.

 

 

Podemos estar tranquilos, se toman medidas contra la obsolescencia programada premeditada

 

 

Sin irnos muy lejos, este octubre Italia multó a Apple y Samsung por obsolescencia programada, algo de lo que ya hablamos en nuestro blog.

 

En el caso de Apple por no informar de que una actualización gastaba más batería y en el caso de Samsung por proporcionar al Samsung Galaxy Note 4 una actualización que bajó su rendimiento. Apple dio explicaciones sobre el tema en su página web, y redujo el precio de los reemplazos de batería. Desde Samsung, parecen no estar muy de acuerdo con la decisión tomada por Italia, y aseguraron tomar las medidas necesarias para apelar la resolución.

 

Hay que tener claro que se puede aumentar la vida útil de nuestros móviles, pero un teléfono no es inmortal y tampoco podemos esperar que aguanten como antaño. Los móviles se ralentizan principalmente por la degradación de las memorias, las baterías pierden potencia y capacidad con el tiempo, y los procesadores no están hechos para mover aplicaciones cada vez más potentes para siempre. Incluso en los teléfonos de gama más alta existe degradación en las pantallas, sobre todo en la tecnología OLED.

 

Sabiendo todo esto, debemos evitar pensar en la obsolescencia programada como una fecha de caducidad marcada por los fabricantes para obligarnos a renovar nuestro teléfono; si no como una fecha estimada en la que las piezas de nuestro teléfono ya no rendirán como el primer día debido al uso que le hemos dado durante X tiempo.

 

 

¿Y tú qué opinas de la obsolescencia programada?

 

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