Hace poco te contamos en que la adicción a los teléfonos móviles era algo real, que afectaba a una enorme cantidad de personas y que (en su gran mayoría jóvenes), en cierto modo, era fácil de identificar; y entre todas las aplicaciones destinadas a entretenernos, las más adictivas son los juegos de móvil. Hoy comentaremos qué hace que un juego sea realmente adictivo, qué factores tienen que cumplirse para que un juego pueda llegar a generar una adicción. Porque cuando sepas cómo funcionan los videojuegos, sabrás cómo consiguen que te enganches.
¿Qué hace que un juego sea verdaderamente adictivo y peligroso?
Analizando cómo las nuevas tecnologías generan adicción, y por supuesto enfocándonos en el mundo de los videojuegos, nos encontramos con un sector en auge que llega a todos nosotros con la principal función de entretenernos y mantenernos jugando. Aquí exponemos los tres elementos que hacen que un juego sea adictivo. ¿Quieres conocerlos? Pues vamos allá.
La inmersión
La inmersión está más que estudiada, y se define como “un proceso psicológico que se produce cuando la persona deja de percibir de forma clara su medio natural al concentrar toda su atención en un objeto, narración, imagen o idea que le sumerge en un medio artificial” (Turkle, 1997). Dicho de otra forma, cuando un juego es inmersivo, la persona que juega se siente dentro del propio videojuego y se identifica con él. A su vez, la inmersión tiene tres factores:
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Voluntad de creer que lo que se está jugando es real.
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Empatía (sentirse identificado con el avatar del juego o con la situación).
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Familiaridad con el medio (que se sepa usar la consola, o en este caso, el smartphone, y se conozcan los controles).
Ya sabes la base de la inmersión, ahora seguro que encontrar un ejemplo es sencillo. Clash of Clans, por ejemplo. Cuando lo inicias te plantean una historia y te dan un rol. Eres el líder de una aldea a la que debes defender y hacer prosperar, tienes que gestionar recursos, atacar, pensar estratégicamente… Te sumerge, te hace pensar que es real, y te identificas como líder de esa aldea virtual; empatizas, te entristeces si pierdes y te alegras si ganas, porque lo haces por el bien de tu aldea; y bueno, estás jugando con un móvil, ¿qué medio conoces mejor que ese? Controles básicos, pulsar y arrastrar. El trabajo está hecho.
El logro
No hace falta que se explique ¿verdad? Dime un solo juego que no tenga logros, que no te recompense por jugar, por tus hitos. Ni uno, ni uno solo ¿Ganas 10 combates? ¡Enhorabuena, aquí tienes un regalo! ¿Puedes comprar un nuevo edificio? ¡Genial, has avanzado y eres el mejor líder de Clash of Clans! Cada logro libera pequeñas dosis de dopamina que te hacen sentir en un estado de euforia momentánea, por eso es tan fácil conseguir logros al principio de los juegos.
Empiezas ganando logros, ventajas, luces, colores, efectos… todo ello produce dopamina, y te engancha, porque te gusta ese estado de euforia. De repente, conforme avanzas, empiezas a dejar de conseguirlos tan fácilmente, y tienes que jugar cada vez más, y más, y más para conseguir nuevos logros. Cuando los consigues respiras tranquilo, entras en un euforia, consigues un pico de felicidad, y vuelves a la rutina habitual ¿Qué haces ahora? Sigues jugando. Ya estás enganchado.
Pero se necesita algo más, algo que nos obligue a volver, algo que nos tenga enganchados mientras esperamos a conseguir el logro. ¿Es casualidad que existan los clanes, los chats globales, los gremios, la donación de cartas, las guerras de clanes y los torneos? No, no lo es.
El componente social
Según Andy Doan, neurocientífico, “la creciente velocidad de conexión a Internet ha hecho que sea más fácil comunicarse con otros jugadores en tiempo real”. Gracias a esta tecnología puedes entablar amistad con personas que no conoces de nada; “amistades simuladas que casi parecen y se perciben como reales”, apunta Andy Doan. En su libro, Doan explica que un cerebro que crece apoyándose en amistades virtuales nunca podrá ajustarse del todo a las interacciones del mundo real.
Según apunta, en la década de 1950-1970, los investigadores Colin Blakemore y Grahame Cooper demostraron en un experimento con gatos que lo que estos ven define el funcionamiento de su cerebro. Metieron a la mitad en un cilindro cubierto con líneas blancas y negras horizontales, y a la otra mitad en un cilindro con líneas blancas y negras verticales. Así, demostraron que los gatitos eran incapaces de ver las esquinas y que tenían problemas para ver si algo estaba muy cerca o muy lejos. “Sus cerebros estaban ciegos ante aquello a lo que no habían sido expuestos de forma natural”, afirmaban los investigadores. A este fenómeno lo llamaron “ambliopía”, y es irreversible.
Como apunta Doan, los niños que se crían en Internet sufren una especie de “ambliopía emocional”. Entre los cuatro y cinco años, los niños desarrollan distintas habilidades mentales con mucha facilidad, y conforme pasa el tiempo pierden esa habilidad. Seguramente hayas oído alguna vez eso de que “los niños pequeños son esponjas”. Si los niños no tienen la posibilidad de interactuar cara a cara con una persona, es probable que nunca desarrollen esas habilidades sociales.
¿Cómo te haces amigo de alguien si tus amistades se han hecho siempre por Internet?. No sabes, y eso te abruma. De hecho, según un estudio, los gamers de entre 10 y 15 años que dedicaban más de tres horas al día a jugar se sentían menos satisfechos con sus vidas y tenían menos probabilidad de sentir empatía hacia otras personas, por no hablar de que no sabían gestionar sus emociones.
Esto genera una espiral de decadencia que, posiblemente, ya hayas deducido:
Tengo problemas para relacionarme > Me refugio en Internet > Mis amigos están en Internet > Eso provoca que no entrene las interacciones sociales reales > Eso hace que no sepa adaptarme a la sociedad > Me refugió en Internet donde sí puedo ser social… ¿Lo pillas, no?
Por ello el componente social es importante para que un juego sea adictivo, porque suple las necesidades de interacción social que tenemos todas las personas como seres humanos que somos.
Posiblemente ahora veas claro por qué la gente está enganchada a Clash Royale, a PUBG, al LoL o, en su momento, al World of Warcraft. ¿Hay uno solo de estos juegos que no cumpla con estos requisitos? Ninguno. Cuidado con el uso que haces de la tecnología. Jugar un rato para desconectar a lo largo del dia está bien y es sano, pero recuerda que hay una vida real que es más importante que la virtual. No te descuides.
¿Y tú a que juegas con tu smartphone?